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Succession law and residency abroad – general aspects

ASPECTOS GENERALES

Lanzamos hoy una serie de artículos que iremos publicando poco a poco, dedicados a las sucesiones transfronterizas, que ya son una realidad de la práctica diaria.  De hecho, cada vez son más frecuentes los casos en los que uno o varios sujetos implicados en una sucesión hereditaria son residentes en un estado extranjero respecto al de la ciudadanía.

Hablamos de sucesión transfronteriza (o internacional) cuando a ella contribuyen elementos pertenecientes a distintos países. En consecuencia, pueden tener competencia jurídica sobre esta sucesión las autoridades de varios países o ser aplicables las leyes de diferentes países.  Esto ocurre tanto cuando el de cuius, es decir el sujeto cuya herencia está en cuestión, vive en un país distinto del propio o posea bienes en diferentes países, tanto cuando un heredero resida en otro estado.

Dada la gran variedad de normas nacionales en la materia, el reglamento europeo adoptado el 4 de julio de 2012 pretende facilitar la gestión por parte de los ciudadanos de los aspectos jurídicos de un testamento o una sucesión internacional. Estas nuevas reglas se aplican a las sucesiones de personas fallecidas a partir del 17 de agosto de 2015. El Reglamento tiene como objetivo garantizar que una sucesión transfronteriza se trate de forma coherente, bajo una sola ley y por una sola autoridad, aunque si este no se realiza siempre en la práctica (como veremos a continuación).

Con carácter general, a partir del 17 de agosto de 2015, los ciudadanos europeos o no europeos residentes pueden decidir si la ley aplicable a su sucesión ha de ser la del Estado del que son nacionales o la de su país de residencia. Estas nuevas normas se aplican en todos los países de la UE excepto Irlanda y Dinamarca, que han optado por quedar al margen. En otras palabras, el de cuius español no residente es libre de elegir la ley que será aplicable a su sucesión, entre la ley española y la del Estado de residencia en el momento de la elección o en el momento de la apertura de la sucesión. En caso de que no haga ninguna elección, se aplicará ex legis la regla del país de residencia. Como especifica el art.  23 del reglamento, la ley aplicable regulará la casi totalidad de los aspectos de la sucesión hereditaria, tales como la apertura, la identificación de los beneficiarios y las respectivas quotas, la capacidad de suceder, la división y todo lo que fuere necesario para la execución de la misma. Esto no es un aspecto de poca importancia, ya que elementos fundamentales de la división de la herencia y sucesión pueden variar considerablemente dependiendo de la ley estatal que se elija. Cabe señalar que, por ejemplo, en Italia el cónyuge separado es heredero legítimo, mientras que en el Reino Unido no existe derecho reserva.  Además, la ley de sucesiones alemana admite pactos sucesorios que están  severamente limitados en Francia.

Sin embargo, algunos aspectos de la materia sucesoria no están cubiertos por el reglamento europeo que, por lo tanto, falla parcialmente su propósito de aplicar una ley nacional única a una sucesión transfronteriza. De hecho, la ley del país en el que se encuentran determina dos bienes inmobiliarios o empresas, puede establecer normas que se aplicarán a la sucesión de estos bienes en modo imperativo, independientemente de la ley aplicable a la sucesión.

Además, el reglamento no regula la materia fiscal, que se rige por las leyes nacionales de cada Estado o, eventualmente, por los acuerdos bilaterales suscritos entre ellos. Corresponde, por tanto, a la legislación nacional determinar qué impuestos de sucesión se deben pagar e donde, al no existir legislación comunitaria. En lo que respecta a España, se tiene que atender a la normativa estatal prevista en la Ley 29/1987, de 18 de diciembre, y en el Real Decreto 1629/1991, de 8 de noviembre. Además, a efectos de determinar los importes y los hechos imponible debemos remitirnos no solamente a la normativa estatal sino también a las leyes autónomicas, según corresponda. Asimismo, deberá tenerse en cuenta lo dictado a este respecto por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, los recientes pronunciamientos del Tribunal Supremo y la transposición que hace la Dirección General de Tributos en sus consultas vinculantes. En vía de aproximación, un inmueble situado en España, en caso de adquisición mortis causa, tributa en el país, aunque si se aplicará la ley de otro país a la sucesión. Por otro lado, el heredero que tuviera su residencia habitual en España, también puede ser que tenga que tributar en el país, aunque es necesario tener en cuenta la legislación contra la doble imposición.

 

GENERAL ASPECTS

We are launching a new series of articles, dedicated to cross-border successions, which are now a daily practice reality. In fact, cases in which one or more subjects involved in a hereditary succession are resident in a foreign country with respect to their citizenship country, are increasingly common.

We speak of cross-border (or international) succession when its includes elements belonging to different countries. Consequently, the authorities of different countries may have legal competence on this succession or laws of different countries can be applicable. This occurs both when the deceased person lives in a country other than his own or owns assets in different countries, both when an heir resides in another state.

Given the great variety of national rules on the subject, the European regulation adopted on 4 July 2012 intends to facilitate the citizen management of the legal aspects of a will or of an international succession. These new rules apply to successions of persons who died in a UE country, after August 17, 2015. The Regulation aims to ensure that a cross-border succession is treated coherently, under a single law and by a single authority, even if this is not always the case in practice (as we will see below).

General speaking, starting from August the 17, 2015, European or non-European citizens residing there can decide whether the law applicable to their succession should be that of the country they have last lived in or that of their nationality. These new rules will apply in all EU countries except Ireland and Denmark, which have decided not participate in the regulation.  In other words, a British citizen resident in a UE country is free to choose the law that will be applicable to his succession, between the UK law and the ones of the State of residence, at the time of choice or at the opening of the succession. In the event that he does not make any choice, the rule of the country of residence will apply automatically. As specified by the art.  23 of the regulation, the applicable law will regulate almost all aspects of the hereditary succession, such as the opening, the identification of the beneficiaries and whether some parts of the estate should be reserved to them, the power of the heirs and everything that may be necessary to complete the procedure. This is not a minor aspect, since fundamental elements of inheritance division and succession can vary considerably depending on the state law that is chosen. It should be noted that, for example, in Spain and Belgium the surviving spouse is entitled only to the usufruct on a part of the inheritance, while in Italy the departed spouse is a legitimate heir.  Furthermore, German succession law admits succession agreements which are severely limited in France.

However, EU rules on inheritance do not cover certain matters linked to succession, which therefore partially fails in its purpose of applying a single national law to a cross-border succession. Indeed, the law of the country in which are located real estate or companies can establish mandatory rules to be applied to the succession of these assets, regardless applicable law to the succession.

Furthermore, the regulation does not govern tax matters which are governed by the national laws of the individual States or, possibly, by the bilateral agreements signed between them.  It is therefore up to national legislation to determine what inheritance taxes have to be paid e where, since there is no Community legislation.

 

ASPETTI GENERALI

Inauguriamo oggi una serie di articoli che pubblicheremo a poco a poco, dedicati alle successioni transfrontaliere, che sono ormai una realtà della pratica quotidiana. Sono, infatti, sempre più comuni i casi nei quali uno o più soggetti coinvolti in una successione ereditaria, sono residenti in uno stato estero rispetto a quello di cittadinanza.

Si parla di successione transfrontaliera (o internazionale) quando in essa concorrono elementi appartenenti a diversi paesi. Conseguentemente, possono avere competenza giuridica su tale successione le autorità di più paesi od essere applicabili leggi di paesi diversi. Questo si verifica sia quando il de cuius, ossia il soggetto della cui eredità si tratta, vive in un paese diverso dal proprio o possiede beni in paesi diversi, sia quando un erede risiede in un altro stato.

Data la grande varietà di norme nazionali in materia, il regolamento europeo adottato il 4 luglio 2012, intende facilitare la gestione da parte dei cittadini degli aspetti giuridici di un testamento o di una successione internazionale. Queste nuove norme si applicano alle successioni delle persone decedute alla data del 17 agosto 2015 o successivamente. Il regolamento si prefigge l’obiettivo di garantire che una successione transfrontaliera sia trattata in modo coerente, secondo una legge sola e da un’unica autorità, anche se ciò non sempre si realizza nella pratica (come vedremo in seguito).

In termini generali, a decorrere dal 17 agosto 2015 i cittadini europei o extraeuropei, ivi residenti, possono decidere se la legge applicabile alla propria successione debba essere quella dello Stato di cui hanno la cittadinanza oppure quella del paese di residenza. Queste nuove norme si applicheranno in tutti i paesi dell’UE eccetto Irlanda e Danimarca, che hanno deciso di non adottare il regolamento. In altre parole, il de cuius italiano non residente è libero di scegliere la norma che sarà applicabile alla sua successione, tra la legge italiana e quella dello Stato di residenza al momento della scelta o al momento dell’apertura della successione. Nel caso in cui non effettui nessuna scelta, si applicherà ex legis la norma del paese di residenza. Come specifica l’art. 23 del regolamento, la legge applicabile regolamenterà quasi tutti gli aspetti della successione ereditaria, quali l’apertura, l’individuazione dei beneficiari e le rispettive quote, la capacità di succedere, la divisione e tutto quello che si rendesse necessario per il compimento della procedura. Questo non è un aspetto di secondaria importanza, dal momento che elementi fondamentali della divisione ereditaria e della successione possono variare notevolmente dipendentemente dalla legge dello Stato che viene scelta. Si segnala come, ad esempio, in Spagna ed in Belgio al coniuge superstite spetti solo l’usufrutto su una parte dell’eredità, mentre nel Regno Unito non ci sia la riserva di legittima. Il diritto di successione tedesco, poi, ammette i patti successori che sono vietati invece in Italia e fortemente limitati in Francia.

Tuttavia, alcuni aspetti della vicenda successoria non sono coperti dal regolamento europeo che quindi parzialmente fallisce nel suo scopo di applicare ad una successione transfrontaliera una sola legge nazionale. Infatti, la legge del paese in cui sono situati determinati beni immobili o imprese, può prevedere norme obbligatorie da applicare alla successione di questi beni, indipendentemente dalla legge applicabile alla successione.

Inoltre, il regolamento non disciplina la materia fiscale che viene regolata dalle norme nazionali dei singoli Stati o, eventualmente, dalle convenzioni bilaterali sottoscritte tra di essi. Spetta, quindi, alla legislazione nazionale stabilire quali tasse di successione debbano essere pagate e dove, non essendo prevista una normativa comunitaria. Per quanto riguarda l’Italia, secondo il disposto dell’art. 2 del d.lgs. n. 346/90, se il defunto era residente nello Stato al momento della morte, l’imposta di successione è dovuta in Italia per tutti i beni trasferiti nell’ambito della successione, ovunque essi si trovino. Al contrario, se il defunto era residente all’estero l’imposta si applica ai soli beni esistenti in Italia. A questa normativa si affacciano le convenzioni bilaterali che l’Italia ha sottoscritto contro le doppie imposizioni in materia di successioni e donazioni.

Ambra Barison
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